Luis BILBAO LARRONDO, Doctor en Historia y Diploma en la Especialidad de Arte Contemporáneo Vasco
Ante un Madrid devastado por los intensos bombardeos, desde 1939, año de la victoria del general Franco sobre la República y de iniciarse un periodo dictatorial, empezó por estos nuevos dirigentes, la labor de reparación y reconstrucción de los numerosos inmuebles destruidos. La realidad urbana de los grandes proyectos de antes de la guerra, habían dejado de ser una prioridad, otros edificios se encontraban abandonados, las obras en su mayoría estaban paralizadas y sin fecha de reanudación. Empezaron por aprobarse leyes relativas a normas de construcción, de préstamos para la reconstrucción, se crearon instituciones como el INV o se promulgó la ley de Viviendas Protegidas para reactivar la reconstrucción. En la prensa escrita aparecían proyectos, un tanto dudosos, en los que se pretendían erigir miles de nuevas viviendas, algo, por otra parte, poco creíble, dada la difícil situación económica del país. Hubo varias sociedades que, no obstante, iniciaron sus obras de reconstrucción como Fierro o Sociedad de Edificios en zonas como Cuatro Caminos, en el barrio de Arguelles, muy afectado por los graves daños que sufrían la mayoría de sus inmuebles, los hoteles que se restauraban como el Ritz, el Palace o el Gran Hotel, además de otras grandes obras que se iniciaron como el edificio de Unión Española de Explosivos, el Instituto Nacional de Previsión, el Banco Mercantil en Alcalá o el mirador de Rosales frente a la Sierra...
Sostuvo el profesor Sambricio, que la capital, desde ese momento, fue valorada urbanísticamente de manera distinta y supuso la ruptura con todo lo anterior. Incluso se trató de borrar por estos nuevos dirigentes parte de la historia y de los debates anteriormente sustentados.
El Banco de Vizcaya, en sus memorias anuales de principios de los años cuarenta sobre su actividad en Madrid, analizaba aquellos problemas constructivos y urbanísticos más bien como una nueva oportunidad de inversión. Desde las inmobiliarias constituidas antes de la guerra y con capital del Banco de Vizcaya, como la Compañía Inmobiliaria Metropolitana (CIM) o la Compañía Urbanizadora Metropolitana (CUM), estudiaban su futuro y si debían acogerse a los nuevos beneficios tributarios como los otorgados por la Ley de Reforma Tributaria de Diciembre de 1940. La posibilidad de pasar de viviendas en alquiler a vivienda en propiedad estaba lejana, no así la de poder dedicar las plantas bajas de las viviendas a comercios así como la intención de estas inmobiliarias de erigir varios edificios dedicados a oficinas comerciales e incluso a la construcción de teatros, por sus considerables beneficios.
Los edificios, propiedad de estas sociedades en la Avenida Reina Victoria, unos se alquilaban, otros estaban en construcción, como en la calle General Ibañez esquina Virgen de Nieva con 577 m2 de superficie o en la Avenida Federico Rubio. Lo cual evidenciaba que las propiedades de la CIM no habían sufrido daños reseñables durante la guerra no así los de la CUM porque al parecer el parque metropolitano había visto destruidos muchos de sus hoteles. Fueron adquiriendo desde estas sociedades nuevos lotes de terreno en La Elipa en carretera Vicalvaro y en la zona de defensa del Cementerio del Este por un total de tres millones y medio de pies cuadrados más otra finca de medio millón de pies cuadrados. Fue una política sorprendente porque son momentos de enormes dificultades económicas como para obtener materiales por su carestía y teniendo en cuenta el bajo rendimiento de la mano de obra.
La CIM, con el tiempo, fue ampliando capital y adquiriendo más suelo como en un solar de la Avenida Jose Antonio y seguido derribaron un convento de las Madres Bernardas con fachada a la calle Isabel La Católica. Los gestores de esta sociedad creyeron necesario para su futura política constructiva adquirir a las religiosas del Sagrado Corazón de Jesús un solar de 2.472 m2 con fachada a la Avenida José Antonio formando un rectángulo con fachadas a las calles Reyes, Castro y Dos Amigos. Acto seguido adquirieron la manzana de 4.614 m2 con fachada a la Plaza de España, a la calle Reyes, Castro y Leonardo.
Casto Fernández Shaw. Avenida José Antonio. Gran Vía Madrid. Cortijos y Rascacielos, 1953.
Hubo un paso importante en la actividad de los Otamendi, según el profesor Sambricio, al pasar en pocos años de construir edificios comerciales y oficinas a edificar viviendas en alquiler para la clase media, para la burguesía y edificar ciudades segregadas para la alta burguesía.
A principios de los años cuarenta la política de la CIM siguió siendo la de adquirir a la CUM varios solares, tanto en la Avenida Reina Victoria como en el Parque Metropolitano, con el fin de construir el colegio San Isidro y el colegio Huérfanos de la Aviación, dado que eran zonas en las que cada vez se erigían más este tipo de residencias estudiantiles y centros culturales atraídos por la proximidad de la Ciudad Universitaria y las óptimas condiciones del Parque Metropolitano. Sobre aquel suelo propiedad de la CIM se inauguraron en un escaso margen de tiempo una residencia de estudiantes en Moncloa, la Casa Cuna de Auxilio Social, el colegio de huérfanos de la Vieja Guardia de Madrid, el colegio Compañía de María y el colegio Sagrados Corazones.
Mediados los años cuarenta, en Madrid, seguía sin poder resolver el grave problema de la rehabilitación de miles de edificios en Arguelles con cuantiosos daños causados por la guerra. La prensa madrileña daba a conocer como algo esperanzador, urbanísticamente hablando, de la existencia de un plan de anexiones de las poblaciones colindantes a largo plazo en busca de suelo sobre el que poder expandirse. En la zona interior se preveía prolongar la Gran Vía Jose Antonio hasta unirla con la Ciudad Universitaria, la prolongación de La Castellana hasta la carretera de Francia, además de realizar el ensanchamiento del Manzanares o la construcción de una Gran Vía desde la plaza Canalejas hasta la plaza Benavente.
Av. Reina victoria Bloque Compañía Inmobiliaria Metropolitana. Archivo Histórico BBVA.
Madrid tenía mediados los años cuarenta una población de 1.151.375 habitantes y su faceta económica era cada vez más importante ya que contaba con 14.456 empresas, lo que evidenciaba que a pesar de la situación se suscitaba un atractivo económico porque en tan solo dos años habían visto incrementadas cuantitativamente en más de dos mil nuevas empresas. Como siguiente paso desde el gobierno se aprobó la ley de viviendas Bonificables como manera de acabar con el problema del paro y proporcionar viviendas a la clase media. A partir de esta ley el Banco de Vizcaya dio un nuevo quiebro en su política constructiva y urbanística al constituir una serie de sociedades inmobiliarias acogidas a la nueva legislación sobre vivienda. Sustentó nuevos grupos financieros con fines inmobiliarios y se inició una corriente de especulación fuera de lo que había sido el objetivo de las inmobiliarias: la construcción de fincas urbanas y su explotación de forma que se obtuviera un rédito sin menos cabo de los intereses ajenos. La política que seguiría a partir de entonces la desarrollaría sobre los solares enclavados en la arteria urbana más importante de Madrid y de mayor porvenir por las obras de prolongación.
Bloque de viviendas en la Avenida America (Madrid) para Bancaya. Gonzalo e Ignacio Cardenas RNA nº 146 Febrero 1954.
Una de las nuevas sociedades surgidas al amparo del capital del Banco de Vizcaya fue Bancaya cuya actividad se circunscribió a zonas como la Plaza del Rey, Princesa, Cea Bermúdez o Avenida de América. Otra de las sociedades surgidas al amparo de este capital fue Edificadora Española Sociedad Inmobiliaria que actuaría en el Parque del Conde Orgaz edificando oficinas o complejos residenciales y comerciales en Princesa, Tudor. Bami otra de las sociedades surgidas y sostenidas por este capital económico vasco lo haría en la calle Villena, la construcción de la Plaza Bami, así como de los grupos residenciales Duran, Mancebos, San Hermenegildo o Pontones, llegando a poseer una superficie de suelo de tres millones trescientos mil pies cuadrados sobre el que poder actuar. Esta sociedad llegó a operar en la Avenida Doctor Federico Rubio sobre uno de sus solares o en la finca Andrés Mellado sobre 13.752 m2 construyendo varios inmuebles en la confluencia Bulevares con Princesa además de llegar a poseer varias fincas en Duque de Alba.
Pero la más importante y conocida de las inmobiliarias que surgieron sustentadas por el Banco de Vizcaya fue VACESA (Vasco Central) con el objetivo de adquirir solares, terrenos y edificios además de construir viviendas para una inicial explotación en arriendo.
El suelo de esta inmobiliaria se hallaba en zonas inmejorables de la capital como la Calle Martínez Campos prolongación de La Castellana y próxima a Nuevos Ministerios, en el Palacio de la Huerta en Plaza Castelar y finalmente en Quinta de la Quintana en la zona de Ventas. Sumaban inicialmente dos millones trescientos cuarenta mil pies cuadrados. De hecho, según el ingeniero y director gerente de la inmobiliaria, Justo Bernard, estos terrenos alcanzarían en poco tiempo una plusvalía extraordinaria. Con la consiguiente expropiación de suelo por parte del gobierno y la consiguiente urbanización de los terrenos colindantes y estos una vez eran sacados a subasta quedaban ampliamente revalorizados los terrenos y lotes que le restaban a VACESA, que hacían un total de miles de metros cuadrados tanto para vender como sobre los que poder construir. Vendieron a los americanos, cada vez más presentes en la capital, el suelo de la finca La Huerta con unos cuantiosos beneficios.
La CIM, en esas mismas fechas, se hacía dueña de una manzana en la Avenida José Antonio en unión con la calle Princesa, Reyes, San Leonardo, Castro y Dos Amigos con 4.700 m2 de superficie con fachada a Plaza de España. También dieron por terminado un edificio en la Gran Vía para hotel además de tres casas y un teatro, de los que esperaban obtener hasta diez millones de pesetas de beneficios con esta actuación. Comenzaron la construcción de otro de los edificios más emblemáticos de la inmobiliaria sustentada por el banco de Vizcaya, se trataba del Edificio España situado en Plaza de España.
Solar Plaza de España. Archivo Histórico del BBVA.
Madrid a través de la actividad de las inmobiliarias sustentadas por el capital del Banco de Vizcaya había visto alterada su fisonomía tras la guerra. Había pasado de ser un pueblo con estética manchega a ser una urbe industrial de las Delicias a Villaverde dominando lo que antaño fue un arrabal a extramuros de la capital, sobre todo en las cercanías de las estaciones de Renfe camino del Norte, en el Sur, en cambio, se expandía hacia el campo. Sufrió una transformación extraordinaria en pocos años, pasando a ser una febril y gran urbe de negocios.
A finales de los años cuarenta, VACESA concluyó varios grupos de viviendas en Martínez Campos, en Las Ventas varios grupos de viviendas tipo Bonificables y se continuó con otro bloque General Martínez Campos con cientos de viviendas.
La CIM dio un paso más al vender suelo unos 61.674 m2 y amplió capital por 72 millones para poder construir el otro gran proyecto de la sociedad: Torre Madrid. Previeron sus dirigentes que este sería el edificio urbano habitable más alto de Europa, un rascacielos que rivalizaría con los de EE.UU. además de convertirse en todo un símbolo propagandístico de las capacidades técnicas y económicas españolas.
Plaza de España. Edificio España y Torre Madrid. Archivo Histórico del BBVA.
Hubo partes de la ciudad como el barrio de Arguelles como una zona atractiva para la inversión por el Banco de Vizcaya junto a la ciudad metropolitana a través de Vallehermoso con el Bulevar, el paseo de Rosales, el parque del Oeste, la calle Princesa y la ciudad Universitaria que ofrecían una gran extensión edificable, su ensanche estaba en la prolongación de todas las calles que partían del bulevar de Alberto Aguilera en dirección a Vallehermoso. El ayuntamiento así lo entendió al abrir Guzman el Bueno hasta la Avenida Reina Victoria, una calle de dos kilómetros en las que se podrían construir viviendas para la clase media. La calle Princesa era destacada por la prensa como de importancia excepcional para el futuro de Madrid.
Con las anexiones del gobierno dentro del previsto Gran Madrid de los pueblos colindantes las posibilidades se ampliaban de manera más que significativa para las inmobiliarias de iniciativa privada, con aquellos treinta millones de metros cuadrados. Entre ellas, aquellas sustentadas por el capital financiero vasco.
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